domingo, 23 de octubre de 2011

Recordar el pasado para el futuro


Domingo 30º de Tiempo Ordinario. Año A.

La obra y la tarea del pueblo de Dios que nos precedió, continúan en nosotros y en las futuras generaciones. El gozo está en trabajar y vivir como parte de una comunidad de amor.


Tanto Deuteronomio 34:1-12 como 1 Tesalonicenses 2:1-8, recuerdan momentos pasados en la historia de sus movimientos. Moisés nunca entró en la Tierra Prometida, pero Dios le permitió contemplar el país desde un lugar elevado. El Deuteronomio dice que Moisés murió, pero más tarde la tradición judía sugiere que solamente partió hacia el reino celestial, pasando el liderazgo a una nueva generación. Sean las que sean las hazañas de Josué, Moisés es siempre el gran profeta de bendita memoria: "Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés" (Deuteronomio 34: 10).

En la lectura de la epístola de 1 Tesalonicenses de hoy, Pablo no ha muerto aún, sin embargo su ministerio itinerante requiere que deje a los tesalonicenses por nuevos campos de misión. Un signo característico del ministerio de Pablo está relacionado su compromiso de mantener lazos con las iglesias que ha fundado. Deseoso de conocer cómo les va a los discípulos de Tesalónica, Pablo ha enviado a Timoteo para que lo compruebe (1 Tesalonicenses 3:1-3). En 1 Tesalonicenses 2:1-8, Pablo recuerda la calidad de su ministerio entre ellos. Nunca con adulación, nunca con codicia, poniendo el ministerio entre los tesalonicenses por encima de su propio prestigio, Pablo vivió entre ellos como una nodriza que cuida de sus pequeños. Al recordarles a los tesalonicenses su ministerio, Pablo busca fortalecer su relación actual.

Los movimientos de liberación necesitan ocasionalmente recordar sus comienzos. En nuestras comunidades LGBT, ¿quiénes fueron los primeros héroes que reclamaron su lugar entre las comunidades de fe? ¿Quiénes se situaron junto a ellos como aliados? ¿Cómo encarnaron estos héroes su fidelidad, y cómo vivieron la compasión entre las personas excluidas de la bendición de la iglesia?
De vez en cuando, los movimientos de liberación sacan beneficio de contar y recordar sus historias. Por otra parte, tanto Deuteronomio 34:1-12 como 1 Tesalonicenses 2:1-8 plantean un peligro para la acción liberadora. Ambos textos pueden alimentar una imagen exagerada del héroe, al celebrar el liderazgo singular (masculino) mientras desatiende las luchas de la comunidad más amplia. Amablemente, 1 Tesalonicenses da la pista para recordar el pasado de otra manera. La imagen de Pablo como una nodriza alimentando a sus chiquillos socava las vanas aspiraciones heroicas. Esta función de nodriza era llevada a cabo con frecuencia por esclavos. Requería cuidado de los niños sin esperanza razonable de ganancia personal o recompensa. Berverly Roberts Gaventa se ha dado cuenta del hecho sorprendente de que Pablo describe su ministerio en términos maternales (más que paternales), cuando se refiere al proceso de alimentar congregaciones [ver su Our Mother Saint Paul (Louisville: Westminster John Knox, 2007)]. Al recordar su propio ministerio, Pablo celebra la respuesta de fidelidad de los propios tesalonicenses (1 Tesalonicenses 1:6-10).

Los pasajes del Deuteronomio, 1 Tesalonicenses y Salmo 90, todos ellos nos recuerdan que el movimiento hacia la Tierra Prometida siempre será un viaje. Pablo, Moisés Miriam, las Marías y otras personas de justicia que nos precedieron, prepararon el camino para las futuras generaciones de fe. Sus luchas y nuestras tareas actuales por la justicia de Dios en este mundo, pudiera ser que no estuvieran acabadas ni pudiéramos saborear sus frutos en el tiempo de nuestra vida. Este trabajo, sin embargo, abre puertas para aquellos que vendrán tras nosotros: "¡Haz que tus obras se manifiesten en tus siervos, y que tu gloria repose sobre sus hijos!" (Salmo 90:16).

Al recordar a los héroes de nuestra fe, ¿qué imágenes podríamos emplear para enfatizar la iniciativas comunitarias más que a héroes singulares? ¿De qué signos de esperanza por la justicia, entre los líderes de las generaciones más jóvenes, somos testigos?

Los relatos del Evangelio incluyen muchos pasajes que describen "pruebas" contra Jesús. Estas no son conversaciones teológicas carentes de interés, sino auténticas disputas públicas. Mateo 22:34-46 cuenta dos de dichos momentos. La respuesta de Jesús a la pregunta de cuál es el "mayor mandamiento" no es una novedad; la encontramos en otras tradiciones judías antiguas (ver Levítico 19:18 y Deuteronomio 6:5). Con frecuencia los cristianos enfatizamos la singularidad de Jesús -negando su solidaridad con la sabiduría judía más amplia y con las prácticas de las comunidades que lo apoyaban y lo seguían. El resumen de la ley que hace Jesús complementa el amor a Dios con el amor basado en la comunidad. Amar a Dios no es una cuestión de virtud individual sino que crece junto con el amor entre los "próximos".

Los momentos de conflicto público tienen el efecto desafortunado de reducirse a cuestiones de prestigio personal. Las personas que hablan en favor de la justicia, afrontan con frecuencia acusaciones públicas, encontrándose ellos mismos en una situación de autodefensa. Pueden aprender del ejemplo de Jesús, llegando a ser mordaz cuando se necesita (Mateo 22:45). Sin embargo, estos momentos vienen acompañados de otras tentaciones.

¿Cómo pueden los activistas de la liberación defenderse a la vez que mantienen su cimiento en las comunidades que nos requieren?

El evangelio de Mateo no ofrece una respuesta adecuada a esta pregunta. Sin embargo, insiste en que el ministerio de Jesús no conduce a la heroicidad individual sino a la comunidad. El pueblo de Jesús experimenta la continua presencia de Cristo en medio de él (Mateo 18:20; 28:20).

Oración inclusiva

Oración por el liderazgo (en el día de la elección o en cualquier otro momento) por Joan D. Chittister, OSB

Danos, oh Dios,
líderes cuyos corazones sean tan anchos
que acompasen la respiración de nuestras propias almas
y danos almas tan fuertes
que podamos seguir a los líderes de visión y sabiduría.

Al buscar a un líder,
permítenos que busquemos
algo más que nuestro propio desarrollo
-aunque esperemos desarrollo-,
algo más que nuestra propia seguridad
-aunque necesitemos seguridad-,
algo más que la satisfacción de nuestros deseos-
aunque deseemos muchas cosas.

Danos líderes
que nos conduzcan a la virtud,
sin buscar imponer nuestro tipo de virtud
a la virtud de otros.

Danos un gobierno
que fomente el avance
de este país
sin tomar los recursos de otros
para apropiárnoslos.

Danos suficiente visión interior
para elegir como líderes a quienes sepan distinguir
fortaleza de poder,
crecimiento de codicia,
liderazgo de domino
y grandeza real de las trampas de la gradiosidad.

Confiamos en ti, gran Dios,
para que abras nuestros corazones a aprender de aquellos
a quienes tú hablas en lenguas diferentes
y a respetar la vida y las palabras
de aquellos a quienes has confiado
los bienes de otras partes del mundo.

Te suplicamos, gran Dios,
que nos des la visión como pueblo
para conocer en dónde reside el auténtico liderazgo global,
para procurarlo con diligencia,
para reclamarlo para proteger los derechos humanos
para todos y todas en todas partes.

Te pedimos estas cosas, gran Dios,
con mentes abiertas a tu mundo
y corazones que confían en tu eterno cuidado.
Amén.

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