La semana pasada en el primer Tip hablábamos sobre la importancia de crear un lugar íntimo y personal para encontrarnos con Dios.
Perfecto, tenemos el lugar. ¿Y ahora qué? Acá es donde me atrevo a sugerir el segundo tip.
HACER SILENCIO.
Parar de hablar puede ser sencillo, pero calmar nuestros pensamientos, nuestros interminables diálogos internos, es una tarea bastante difícil pero necesaria.
Para ponernos en comunicación con Dios es imprescindible hacer silencio interior. Y esto no se logra de la noche a la mañana. Nos exige un poco de ejercicio del alma.
Calmar el corazón, intentar callar nuestra mente que se vuela con las preocupaciones, supone cierta humildad. Necesitamos reconocer que no podemos con todo y que Dios puede ayudarme en las tareas cotidianas si lo dejo entrar, si hago silencio
Hacer silencio tiene sus ventajas. Nos ayuda a centrarnos, a bajar el stress cotidiano, nos focaliza en lo verdaderamente importante y nos permite prepararnos para que Dios pueda hablarnos. De esta manera podremos escuchar su voz tierna que nos dice cuánto nos ama.
Esta semana podemos hacer este ejercicio.
Conseguir un buen lugar y hacer silencio durante unos minutos delante de Dios.
"A Dios no lo podemos encontrar en medio del ruido y la agitación. En la naturaleza, los árboles, las flores y la hierba crecen en silencio; las estrellas, la luna y el sol se mueven en silencio. Lo esencial no es lo que decimos, sino lo que Dios nos dice a nosotros o lo que dice a través de nosotros. En el silencio, Él nos escucha; en el silencio, Él habla a nuestras almas. En el silencio, se nos concede el privilegio de escuchar Su voz.
Silencio de los ojos,
silencio de los oídos,
silencio de la boca,
silencio de la mente...
en el silencio del corazón Dios habla."
Madre Teresa de Calcuta
Foto: @chietje94 Instagram user