domingo, 4 de septiembre de 2011

EN LUGAR DE VENGANZA...



4 de septiembre de 2011
Domingo 23º de Tiempo Ordinario (Propio 18). Año A.

¿Hay algún espacio para la venganza en la vida de fe? ¿No es nuestra obligación hoy en día insistir en que la justicia no consiste en "volver las tornas", sino más bien en poner fin a la enemistad entre todas las personas?



Los textos del leccionario de hoy nos proporcionan una oportunidad para pensar sobre la práctica humana de la venganza, la esperanza de liberación y la posibilidad de perdón.Éxodo 12:1-14 suena familiar para muchos -narrando la institución de la primear Pascua judía. La justificación superficial de este dramático acto de la Pascua es forzar la mano del gobernante de Egipto, que se ha negado a permitir a Moisés que conduzca a su pueblo afuera del país.

En este pasaje, la venganza se retrata como juicio. No es un juicio sólo sobre un gobernante recalcitrante, sino también sobre una sociedad que rechaza permitir a los marginados la posibilidad de tomar sus propias opciones y determinar sus propios destinos -incluyendo su sistema religioso. Como dice el texto: "heriré de muerte a todo primogénito egipcio... y también dictaré sentencia contra todos los dioses de Egipto" (Éxodo 12:12). Fíjate en que Éxodo 12:11 destaca cómo las personas deben vivir dispuestas para la liberación: vestidos, calzados, con el bastón en la mano, como si la liberación hubiese ocurrido ya.

Muchas personas LGBT hacen esto constantemente, sirven a la iglesia o viven en "matrimonios" de mutuo respeto incluso cuando la sociedad continúa negándoles ser ciudadanos de primera clase. Por el contrario, la historia del Éxodo destaca qué ciegos y atrincherados pueden estar los sistemas opresivos. Martin Luthr King Jr., en su Carta desde la cárcel de Birmingham estaba más que acertado cuando escribía: "Sabemos por la dolorosa experiencia que la libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el promido". En este relato de la Biblia, se nos confronta con el posible resultado final de una sociedad que hace oídos sordos de modo creciente a quienes están en sus márgenes y no ve sus propias prácticas contaminantes.

De forma alternativa, Éxodo 12:4 destaca cómo muchas familias pequeñas podían compartir un cordero en solidaridad vecinal. Este sencillo acto señala la importancia de que las organizaciones LGBT hagan causa común entre ellas y con otras organizaciones de justicia social, para conseguir el momento de la liberación: quienes son tradicionales excluidos (cabras) son igualmente aceptables para Dios que quienes son tradicionalmente incluidos (ovejas). ¡Somos la revolución que buscamos alcanzar!

El Salmo 149 nos proporciona una perspectiva de la venganza de quienes sienten la necesidad de ser vengados. El lenguaje es preocupante -"¡Que exalten a Dios a voz en cuello mientras agitan en sus manos las espadas" (verso 6- pero el sentimiento es real. Esta fantasía preocupante de liberación a través de la violencia es algo que puede tener sentido en la psicología de una comunidad oprimida sin poder. ¿No es nuestra obligación, sin embargo, hoy en día insistir en que la justicia no significa "volver las tornas", sino más bien poner fin a la enemistad y al distanciamiento entre todas las personas?

También en nuestros círculos más "ilustrados" debemos preguntar: En nuestros intentos de ser educados y amables, ¿con qué frecuencia desestimamos o tratamos de forma inconveniente el dolor real de quienes han sido maltratados? Fíjate también en que se nos dice que Dios se complace en la felicidad humana (Salmo 149:1-4). El salmo nos recuerda que Dios no pasa por alto las experiencias de injusticia, y que se debe permitir que el dolor real de la injusticia encuentre su voz. El castigo que quienes odian atraen sobre sí mismos es que deben oír la alabanza jubilosa de quienes están en sintonía con Dios -teniendo que ser testigos del "motivo de alegría para los fieles" (Salmo 149:9).

Ezequiel 33:7-11 nos regala una sorprendente y con frecuencia aterradora responsabilidad, advertir "al impío que se aparte de su mal camino". ¿Con qué frecuencia las personas LGBT han sido etiquetadas erróneamente como los impíos y malvados? Pero como señala el poeta Audre Lorde: "Nuestro silencio no nos protegerá", de manera que debemos decir nuestra verdad y demandar justicia para nosotros y para todas las personas, junto con la tierra misma?

La ironía es que las personas LGBT no somos pecadores a causa de nuestro amor, sino más bien somos las personas contra quienes se peca cuando se nos acusa falsamente de blasfemia y de cosas peores, por amar a otras personas de nuestro mismo sexo. Sin embargo, con frecuencia cae sobre nosotros la carga de educar y espolear a otros, no solo a burdos homófobos, sino a la amplia mayoría de personas que viven "inocentemente" con privilegios heterosexuales y de otro tipo. Debemos desafiarlos, pues necesitamos desafiarnos a nosotros mismos, para que se conviertan y vivan, asumiendo las diferencias como un valor positivo para construir la comunidad y exhibiendo una insaciable pasión por la justicia. Sí, en realidad las personas LGBT también necesitamos examinar nuestros propios privilegios adquiridos a los que nos aferramos "inocentemente" y rendir cuentas de cómo usamos nuestro relativo poder y privilegio sociales -ya sean de género, raza, clase, religión o nacionalidad. Ezequiel 33 enfatiza que como los centinelas de un Dios justo, las personas oprimidas deben alzar la voz por la justicia.

¿Cuáles son mis privilegios adquiridos? ¿De qué forma viviré una existencia que busque la justicia en sintonía con quienes está marginados?

Los pasajes del Nuevo Testamento para hoy nos proporcionan aún otra visión de venganza. No resulta aparente con facilidad que Romanos 13:8-14 aborde el tema de la venganza, pero ese es el asunto que sirve de contexto a lo que se afirma aquí abiertamente. Cuando el apóstol Pablo escribe: "El amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley", está invitando a sus lectores y oyentes a adoptar un modo de vida claramente distinto del que era costumbre (Romanos 13:10). Las represalias, los rencores, las disputas, e incluso el mal de ojo y las maldiciones estaban a la orden del día. Individuos y familias enteras (incluso de generación en generación) podían verse implicados en un ciclo de nunca acabar de resarcimiento por los errores pasados.

Más directamente, para las personas LGBT que afrontan violencia domestica del mismo sexo, la afirmación de que el amor no hace daño es instructiva y potencialmente redentora. Estas parejas afrontan dos problemas: el abuso en la relación y la hostilidad cultural del contexto que hace violencia a la relación. Estos problemas hacen difícil acudir al exterior en busca de ayuda y muchos solo agravan su vulnerabilidad y sufrimiento. Uno de nuestros desafíos es hacer añicos el mito de que la violencia íntima no tiene lugar en las relaciones homosexuales, rompiendo el ciclo de violencia que nos mantiene confinados en la vieja manera de vivir. Otro es escuchar a los supervivientes LGBT de violencia, y acoger su enojo y apoyar su apoderamiento. Necesitamos entablar una crítica a la homofobia social y religiosamente sancionada que alimenta dicho abuso. Ofrecemos esperanza cuando reconstruimos nuestras teologías para que honren a todas las personas, personas LGBT incluidas, e insistir en que cada criatura, humana y no humana merece ser tratada con respeto y vivir en seguridad.

Romanos 13:9-14 emplea dos imágenes de cambio de vestido para enfatizar el amor como el cumplimiento de la ley. Se nos dice que nos revistamos de "las armas de la luz" y que nos revistamos "del Señor Jesucristo", desechando el atuendo inapropiado de nuestros deseos egocéntricos disgregados en favor de una paz comunitaria con justicia. El amor (agape) no solo vence tales cosas, busca evitarlas en primer lugar. No solo para la violencia, el amor evita reactivarla. Agape es esa cualidad del amor que inicia y reafirma la relación, especialmente cuando ha sido o está a punto de ser rota. La persona que despierta y sale de la "noche" del "drama triangular" vive "con honestidad, como a la luz del día" de nuevas posibilidades de relación (13:13). (El "drama triangular" es un patrón social en el que un individuo es consecutivamente o víctima o perseguidor o rescatador.)

Porque el interés individualista por uno mismo es con frecuencia destructivo, el cambio de vestido a la luz de Jesús nos enseña a amarnos a nosotros como base para amara otros y por lo tanto llegar a estar completos. Como escribió una vez el arzobispo Desmond Tutu sobre la situación en su propio país: "Todos los sudafricanos estaban menos completos de lo que lo hubieran estado sin apartheid. Los privilegiados salieron perdiendo al hacerse indiferentes... y por lo tanto menos humanos... Las víctimas con frecuencia acabaron por internalizar la definición que los mandamases tenían de ellos" [No Future without Forgiveness (New York: Doubleday, 2000) 196-197].

¿Qué injusticia he cometido yo contra otro por la que deba pedir el perdón de Dios así como el de la persona sobre la que he cometido la injusticia? ¿Qué injusticia he experimentado por la que necesite elevar mi voz a Dios y a otras personas de confianza?

Un procedimiento complementario para evitar la venganza se presenta en Mateo 18:15-20. Desde nuestra perspectiva, el texto proporciona un preciso conjunto de regulaciones para hacer "salir" a los miembros más poderosos de los grupos oprimidos que regularmente emplean mal su poder para herir a su propio grupo -como los predicadores LGBT o políticos dentro del armario que argumentar a favor del rechazo de las personas abiertamente gays. El procedimiento se presenta en tres partes: confrontación con palabras en privado (18:15); negociación con un posible pequeño comité de visita o una carta registrada (18:16); y decisión, como último recurso, de hacer "salir" en público (18:17). Más allá de la idea simplista de "poner la otra mejilla" (5:39), se alienta a los creyentes -de hecho, se les invita- a trabajar en medio de sus desacuerdos sin recurrir a represalias destructivas. Mateo es el único evangelio que usa la palabra "iglesia" y subraya el papel de esa comunidad de creyentes para ayudar a restaurar las relaciones rotas. De hecho, la práctica de la reconciliación entre creyentes sugiere un contexto de culto -"Yo estoy en medio de ellos" (18:20). No se debería poner demasiado énfasis en el acto de exclusión prescrito en 18:17. Esto ilustra claramente un caso límite para el escritor de Mateo. El individuo que debe ser considerado como "un gentil y publicano" representa a  alguien que rehúsa estar en comunidad y rechaza el consejo de otros. Es mediante el poder de la solidaridad con otros, sin embargo, incluso solo de dos o tres, como alcanzamos la paz con justicia (Mateo 18:19-20).

Oración inclusiva

Dios nuestro, en quien vivimos, nos movemos y existimos,
que recordemos nuestra identidad con todos
con quienes compartimos tu seno, tu aliento de vida.
Que seamos tu pueblo liberador, no solo para nosotros mismos, sino para todos.
Nosotros que te damos gracias por la oportunidad de vivir en esta época de desafíos,
y por la inspiración para aceptar nuestros desafíos.
¡Seas bendito! Amén.

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