18 de septiembre de 2011
Domingo 25 de Tiempo Ordinario (Propio 20). Año A.
¿Cuál es el desafío de vivir auténticamente? ¿Cómo debería la bondad de Dios para con nosotros influir en cómo perdonamos y actuamos en el mundo?
Es un pensamiento perturbador, pero ¿has pensado alguna vez en el suicidio? Algunas personas lo hacen en un cierto momento de sus vidas. Para muchos es la consecuencia del combate contra una enfermedad terminal (o incluso terriblemente debilitante). Como una vez comentó alguien que padecía SIDA: "Cuando te dicen que vas a morir y la única cuestión es si va a ser más temprano o más tarde, ¿cuál es entonces el propósito de la vida?". Para otros los pensamientos suicidas son consecuencia de una compleja mezcla de depresión, soledad y con frecuencia enfermedad mental. Sin embargo, para otro grupo el suicidio parece ser una opción para aliviar justamente el sufrimiento de ser uno mismo. Las estadísticas varían, pero el informe de 1993 de los Centros para el Control de Enfermedades, sostuvo que los adolescentes LGBT tenían cuatro veces más probabilidad de un intento de suicidio que sus homólogos heterosexuales.
Muchos expertos bíblicos creen que en Filipenses 1:21-30 Pablo está luchando con esta idea. Él cuenta a sus lectores: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (verso 21). Y continúa: "Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros" (versos 23-24). ¿Por qué el apóstol habría de albergar, tan siquiera, tal idea?
No era una idea tan rara en el mundo de los tiempos de Pablo, especialmente si la muerte estaba conectada a una noble causa. En este caso, la muerte era generalmente considerada por los demás como un ejemplo de martirio. Probablemente, el suicidio más famoso del mundo antiguo fue el de Sócrates. Acusado de irreverencia por la tradición religiosa oficial y de corromper a los jóvenes desafiándolos a pensar de un modo distinto, el filósofo griego fue condenado a acabar con su propia vida por un jurado de 501 ciudadanos atenienses. Por su parte, Sócrates consideró preferible morir que vivir sin autenticidad.
Ser LGBT en compañía confusa, o aún peor, desconocida, es difícil. La amenaza de la violencia y la alienación se avecina ampliamente en tales situaciones. Aunque muchas personas LGBT valientes afrontan el desafío cara a cara, para otros es una tarea mucho más difícil, especialmente en la iglesia. Aunque cada vez se nos abren más espacios en el trabajo, la escuela y otros ámbitos sociales, aun es necesario hacer un duro trabajo. Los individuos en la comunidad LGBT, muy especialmente los de color, con frecuencia se debaten entre asumir públicamente, en una acción auténtica y valiente, sus identidades; o evitar, en un acto igualmente comprensible, ponerse en evidencia ellos mismos en situaciones donde podrían enfrentarse a respuestas homófobas.
¿Qué historias conoces de personas que sufren por no ser plenamente ellos mismos?
Algo de alguna manera similar sucede en este pasaje de Pablo. Encarcelado por predicar el Evangelio de Cristo, criticado por otros en la iglesia, y sufriendo físicamente en el proceso, uno puede entender cómo incluso el más afamado apóstol podría considerar los beneficios de "estar con Cristo". La autenticidad de Pablo como apóstol y como ser humano está en cuestión. Como dijimos, muchos en la comunidad LGBT comprenden demasiado bien la lucha del apóstol. Vivir con autenticidad, ser quien tú eres sin avergonzarte ni pedir perdón, es una bendición y una carga al mismo tiempo.
Lo vemos también en los comentarios del apóstol. Aunque habría abandonado con gusto la imponente responsabilidad de ser un apóstol, también se da cuenta de que su contribución va bastante más allá de su propio bienestar. Entonces exhorta a sus lectores a que tomen la misma actitud. "Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo", dice el apóstol (verso 27). El verbo griego usado aquí está de alguna forma oscurecido por la traducción. Politeuesthe indica a los lectores han de vivir sus vidas como ciudadanos "como es digno del evangelio de Cristo". Vivir la fe no es nunca un asunto privado. Es eminentemente público. Ser quienes somos implica de alguna forma exponernos públicamente.
Sin embargo, Pablo dice, "Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí" (versos 29-30). Aunque deberíamos evitar animar a las personas al sufrimiento, especialmente a quienes forman parte de una comunidad que ha conocido demasiado bien la persecución, las palabras del apóstol nos ofrecen una alternativa a la cantinela de la sociedad, que nos dice que sufrimos porque algo está equivocado en nosotros. En vez de verlo negativamente como "sufrimiento", veámoslo como una oportunidad impresionante.
Recientemente, Michael Joseph Brown mantuvo una conversación con un músico en un campamento juvenil. Después de averiguar que había asistido a una bien conocida escuela de humanidades, con un soberbio departamento de música, Michael le preguntó: "¿Qué te hizo decidirte a ir a esa escuela?". Esperando que el exalumno citase la reputación del departamento, avalada por evaluadores como US News, o algún otro criterio similar para tomar una decisión tan importante, el joven le dijo: "Me emocioné tanto cuando oí a John Timble (no es su nombre real) cantar en una grabación hecha por el coro del colegio que, sencillamente, quería ser como él". Lo decimos con mucha frecuencia, pero no es menos cierto. No tenemos idea de sobre quién influimos. John Timble nunca conoció a este joven hombre, pero a través de su don tuvo una profunda influencia sobre su vida.
Resumiendo, cuando Pablo comparte su propio diálogo interno con la iglesia de Filipos, sobre su visión de la vida y de la muerte, concluye que "quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros" (verso 24). Pablo era bastante consciente de que su vida servía de inspiración y modelo para quienes, como él, se sentían presionados a no vivir con autenticidad sus vidas. Si alguna vez has pensado en el suicidio, y sin embargo aún estás leyendo esto, hay algo que te ha convencido de que "quedar en la carne es más necesario..." incluso aunque no podrías decir por qué.
Podemos encontrarnos en nuestro momento más bajo, sin embargo nuestras vidas son valiosas para alguien más. No solo no somos conscientes de cómo nuestras vidas personales influyen a quienes no conocemos; si nos afincamos en la idea de que nuestras vidas ya no son valiosas, negamos a otros la influencia positiva de nuestro verdadero ser en el mundo. Comprender esto no tiene que ser una carga. Vivir una vida digna del Evangelio de Cristo no tiene que ver con la perfección. Tiene que ver con sacar lo mejor de todo aquello a lo que Dios nos ha llamado a ser. Cada día es diferente -unos mejores, otros peores-, pero cada día trae consigo la oportunidad de inspirar incluso del modo más insignificante.
¿Nos llama Dios a ser superhéroes? ¿Nos pide Dios que logremos aquello casi imposible? ¿O acaso Dios nos llama a ser exactamente quienes somos, permitiendo que lo que somos sea usado por Dios para grandes y pequeñas cosas?
Si Pablo está debatiéndose con una razón, para continuar la a veces ardua tarea de ser discípulo, la parábola de Mateo 20:1-16 aborda la cuestión de la recompensa. Los trabajadores en la parábola, jornaleros, estaban entre las personas más pobres en el mundo antiguo. La historia comienza con un propietario que contra a un grupo de jornaleros para trabajar en su viña por la paga diaria habitual (verso 2). Después contrata a cuatro grupos más de trabajadores, sin acordar ninguna paga en particular. Al final del día, el propietario paga a todos los trabajadores la misma cantidad, la paga diaria habitual. Mateo 20:10 dice: "Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario". Ellos se quejaron. Esa acción violaba su sentido de justicia. Por supuesto, quienes habían trabajado más duro deberían obtener mayor paga. Esto es simplemente aplicar el sentido común.
Sin embargo, el propietario les recuerda que ellos han recibido exactamente lo acordado -la paga diaria acostumbrada (verso 13). El problema no es realmente la paga, sino la generosidad del propietario. El pregunta: "¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?" (verso 15). Francamente, están envidiosos. Aunque han acordado trabajar por el salario habitual de un día, una vez que ven que otros, que no habían trabajado tanto o tan duro como ellos lo habían hecho, también lo reciben, la paga de repente les parece insuficiente. De una forma demasiado humana, los trabajadores quieren imponer su propio criterio de distribución equitativa al propietario.
Por supuesto, podríamos hacer una fácil identificación de las personas LGBT con quienes comienzan a trabajar más tarde. En muchos aspectos, esto es comprensible. La lucha por los derechos civiles por las personas de color y las mujeres tiene sus raíces en los comienzos de la historia de los Estados Unidos. Históricamente, nuestra lucha LGBT fue iniciada formalmente mucho más tarde. Deberíamos ser sensibles a las quejas de los afroamericanos, así como de otros, quienes sienten que su labor ha asfaltado el camino para nosotros, sin recibir una mayor paga por sus esfuerzos. Las personas LGBT no están tratando de usurpar el duro trabajo de las mujeres o las personas de color. En lugar de hacer de esto un concurso para ver quién ha trabajado más, nosotros sostenemos que compartimos la lucha contra el heterosexismo con su patriarcalismo, prejuicio racial, marginación social y exclusión. En verdad, si no hubiera sido por las sufragistas (más tarde feministas) y los movimientos por los derechos civiles, la oportunidad para un movimiento entre las personas LGBT podría no haber tenido lugar nunca.
Al mismo tiempo, dentro de la comunidad LGBT, la tendencia corrosiva puede salir a la luz para jugar el papel de los primeros jornaleros también. Cuando el movimiento crece se hace más inclusivo, algunos dentro de nuestras filas pueden pensar que ellos también merecen mayor paga -sea de reconocimiento, derechos, elogios o estatus- que quienes se han unido a nuestras filas recientemente. No importa lo abiertos que creamos que somos, nuestra humana medida de lo que es justo se aplica usualmente en primer lugar a nuestra propia causa, y después a ellos (quienes quiera que sean). Esta parábola es tan potente porque desafía la lógica humana y replantea la noción de lo que es justo. Nos recuerda que no podemos crear a Dios a nuestra imagen, ni podemos ser jueces de la generosidad de Dios. Nos recuerda que el trabajo por la inclusión no es una cuestión de quién ha trabajado más, porque todos recibimos la recompensa -paga y recompensa son la misma palabra en griego- por la que somos co-trabajadores.
¿Cómo podemos promover los distintos movimientos por la justicia social como parte de un único movimiento de Dios?
Puesto que que la parábola es sobre los trabajos por el "reino de los cielos", la historia destaca cómo los seres humanos intentan hacer de la inclusión en la comunidad su decisión, más que la decisión de Dios. El propietario no busca agraviar al primer grupo de trabajadores. Ningún trabajador en esta parábola recibe menos de lo que necesita. Antes bien, el propietario quiere cuidar de quienes no tienen la oportunidad de ganar la paga entera del día. Desafortunadamente, la parábola destaca nuestra incapacidad, a veces, para ver más allá de nuestros propios intereses personales.
Cualquier acción de inclusión va a contrariar a quienes consideren que se merecen más. El ejemplo más famoso en USA puede ser en intento fallido de Affirmative Action. La parábola de esta semana, distintiva del evangelio de Mateo, destaca la idea de que Dios actúa de una manera radicalmente generosa e inclusiva. La iglesia, la comunidad de Dios, debe ser un lugar donde esta generosidad e inclusión se viven de verdad.
¿Cómo nos desafía la inclusión, incluso cuando proclamamos que es lo que deseamos de verdad?
Oración inclusiva
Sorprendente, generoso y buen Dios,
no importan los problemas, no importan las pruebas,
manténnos junto a ti.
Ayúdanos a elegirte.
Tú nos das aliento, esperanza y vida.
Haznos agradecidos y generosos.
Haznos partícipes de tu obra
de compasión, inclusión y justicia.
Amén.
Tomado de: http://escriturasinclusivas.blogspot.com/
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